lunes, 31 de octubre de 2016

Un día cualquiera

Aquí tenemos otro borrador.  Es un texto muy plano, no hay en él nada que pueda llamarse literatura. Sin embargo, tengo un motivo para publicarlo en esta sección, y es que podáis ver las ideas que se anuncian en el texto. Si bien está escrito de forma muy deficiente, es un texto en el que se puede apreciar perfectamente el germen de otros posteriores, ya que el día que se describe podría ser perfectamente el día previo al relato de una buena parte de mis personajes. Luego los otros textos fueron madurando, gracias a la experiencia adquirida, una mayor dedicación, el desarrollo de otras cualidades y conocimientos... pero lo importante son las ideas; siempre las ideas. Sed fieles a vuestras ideas, esa es la parte difícil, el resto es cuestión de práctica. Aquí os lo dejo:

Un día cualquiera

Abre los ojos. Unos segundos de felicidad, los que tarda en recordar quien es. Durante unos minutos se queda tendido en la cama, reflexionando sobre esa felicidad, la felicidad de simplemente existir. Si pudiera lo olvidaría todo, dejaría su mente en blanco y solo existiría. No puede. Se levanta de la cama, aunque no quiere, pero tiene cosas que hacer. Mientras se asea y desayuna de nuevo se para a pensar, no quiere ir pero debe ir, ¿En que momento eligió él que “deber” era mas importante que “querer”? Nunca encuentra respuesta a esta pregunta, ni a casi ninguna de las que se hace, simplemente es así. No lo entiende, esta frustrado, piensa que las cosas no son como deberían ser, sin embargo, así son, y ¿Quién es el para decir lo contrario? Se viste y va al trabajo. Pasa ocho horas haciendo lo que tiene que hacer mientras sueña con lo que querría hacer. Vuelve a casa, sin prisa, nadie le espera. Ahora tiene tiempo libre, puede hacer lo que quiera. No hace nada. Hora de dormir. Cierra los ojos. Así termina otro día que jamás debió haber vivido.

sábado, 29 de octubre de 2016

Adelanto editorial número 9

Contradicciones

 “Si encuentras a una persona así, alguien a quien puedas abrazar y con la que puedas cerrar los ojos a todo lo demás, puedes considerarte muy afortunado. Aunque solo dure un minuto, o un día”
Patrick Rothfuss

No todo es oscuridad en la eterna noche del volátil abatido. En ocasiones es posible que, al aflojar la venda de los ojos, sea capaz de percibir el reflejo de las estrellas sobre la marmórea piel de una Venus incandescente; entonces, y solo entonces, hasta las lágrimas se rebelan contra la naturaleza que encadena mi existencia, tan frágil, y acuden a la llamada de alma, cuerpo, y corazón… entonando, en un suspiro de éxtasis demente, su salmo libertario: “Abrázame”.
Retomada la cordura, en el más ruin ejercicio de traición a la pureza que deseo defender, reniego de los sueños del cobarde, y me detengo a contemplar los muros. Crecen ante mi mirada muerta, se extienden hacia el infinito con un crujido de carcajadas hirientes que resuenan en mi cabeza, humillando la imagen de un hombre que no existe. Pero siente, siente como yo aunque no pueda ser yo; entonces, y solo entonces, su sentir se apodera de mí, doblegando al miedo, y rescatando a los compañeros que creía perdidos: Coraje, fuerza y voluntad…  para aullar, en un instante de tenaz osadía, su canción de resistencia: “Abrázame”.
Vuelvo a ser solo yo, y me rindo. Claudico, a ciegas, golpeando el muro con mis puños desnudos en un vano intento por parecer un hombre de verdad. La sangre se derrama entre mis dedos, y disfruto del dolor con un placer que me perturba, aguardando la recompensa, como si la vida fuera un experimento de conducta. Alma, cuerpo, corazón, coraje, fuerza y voluntad vienen dados de la mano, sonriendo con cinismo, burlándose de mi patética imagen; intento agarrarlos, pero son humo. Solo queda un hombre solo, susurrando, en la eternidad de mi tortura, un lamento de quebranto: “Abrázate tú, que yo, no merezco tanto”