Hay un rincón del
retiro, ajeno a aquellos que solo ven parques. En él, y frente a él, dibuja su
alma un poeta de colores vivos, mirada alegre, ropa raída y sonrisa sincera;
observando desde su personal homenaje al nombre del parque que lo acoge bajo su
sombra, cómo los peatones fluyen entre ambos, sin percatarse de la belleza que
esquiva su ciego caminar.
En ocasiones, algún
curioso deja vagar su mirada sobre el pulso de la sangre del artista, derramada
en delicadas formas que se burlan de los ojos grises, al tiempo que atraen el
sentir irracional de cuantos comprenden la vida en sus formas más puras. Y es
entonces cuando la magia del creador cobra fuerza, y su rostro se ilumina
agradeciendo el instante dedicado, la suave caricia de la comprensión fraternal
que sobrepasa el estruendo de las calles, y el honesto intercambio entre
iguales.
Y es ese hombre, entre
museos y exposiciones… entre pretenciosos edificios y trajes de seda… entre
estatuas y oradores… precisamente ese hombre, el que vive feliz, pues inertes
son las manos que intentar aferrar el arte, y vacías las palabras que lo visten
de puta. Es él, y solo él, quien decide a quién abraza.
Ilustración: San Julio, un hombre que vive de vender sus ilustraciones en el cruce de "El Retiro" con "Atocha"
Texto: Primera de mis impresiones de la visita de la revista a Madrid
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