jueves, 3 de noviembre de 2016

Adelanto Nº9: Calles de Palencia

Calles de Palencia

Las calles susurran a mi paso historias que no me pertenecen; y aun así, las hago mías, pues su dolor me identifica más que mi propia sangre. Anónimos sentimientos que reclaman la atención del viajero sin destino, acompañándolo en  la soledad que lo apresa, provocan una reflexión en mí al reparar en lo cerca que nos encontramos todos aquellos cuya voz rara vez toma las formas de la palabra deseada.

Son como yo, como nosotros. Somos nosotros. Innumerables voces que se desprenden del vacío interior que les alberga, buscando ser comprendidas por un mundo que, en apariencia, les da la espalda. Cada uno en su estilo, con sus medios, con su forma de gritar: Papel o cemento, pintura o tinta, enrevesadas disertaciones acerca del ser o poderosos lemas que provocan un impacto inmediato. Qué más da. Lo importante es el mensaje que nos une, regalándonos la certeza de que, ocultos tras las exigencias de esta tierra de vanidades, hay cientos de personas que sienten nuestro pesar y padecen nuestro sentir, expresándolo y, al mismo tiempo, expulsándolo de su pecho. “¡Ahí lo tenéis! ¡Es mío y es vuestro! ¿Te reconoces? ¡Pues deja de esconderte!” Exclama cada aullido entre las letras que lo componen.

Algunas de estas ideas son tan puras que ni siquiera exigen reflexión. La llamada a nuestras convicciones más profundas es clara y directa, y nos sacude como si de repente tropezáramos con una parte de nosotros cuya existencia habíamos olvidado. Es duro que una pared te recuerde quien eras, y que sus palabras expongan más verdad que la mayoría de tus actos. Al leerlos, me pregunto si sus autores consiguieron vivir esa verdad, o si solo la dejaron libre en su cuaderno particular, que es esta ciudad sin renglones.
Pero en cualquier caso, me siento alentado por su rugido misterioso. La fuerza de la idea poco o nada tiene que ver con la debilidad del hombre, sometido a presiones que se desvanecen ante la esencia de las palabras. Les apoyo aunque a veces no pueda seguirles, les comprendo aunque no sepa quiénes son, y les brindo un pequeño homenaje, a mí manera; aunque tal vez nunca lo sepan, ni falta que les hace. Seguid llenando de color nuestros muros grises, y sentid la complicidad de todos aquellos a los que también nos falta algo.



*La distribución no es así exactamente, pero el editor del blog no me da para más jajaja

lunes, 31 de octubre de 2016

Un día cualquiera

Aquí tenemos otro borrador.  Es un texto muy plano, no hay en él nada que pueda llamarse literatura. Sin embargo, tengo un motivo para publicarlo en esta sección, y es que podáis ver las ideas que se anuncian en el texto. Si bien está escrito de forma muy deficiente, es un texto en el que se puede apreciar perfectamente el germen de otros posteriores, ya que el día que se describe podría ser perfectamente el día previo al relato de una buena parte de mis personajes. Luego los otros textos fueron madurando, gracias a la experiencia adquirida, una mayor dedicación, el desarrollo de otras cualidades y conocimientos... pero lo importante son las ideas; siempre las ideas. Sed fieles a vuestras ideas, esa es la parte difícil, el resto es cuestión de práctica. Aquí os lo dejo:

Un día cualquiera

Abre los ojos. Unos segundos de felicidad, los que tarda en recordar quien es. Durante unos minutos se queda tendido en la cama, reflexionando sobre esa felicidad, la felicidad de simplemente existir. Si pudiera lo olvidaría todo, dejaría su mente en blanco y solo existiría. No puede. Se levanta de la cama, aunque no quiere, pero tiene cosas que hacer. Mientras se asea y desayuna de nuevo se para a pensar, no quiere ir pero debe ir, ¿En que momento eligió él que “deber” era mas importante que “querer”? Nunca encuentra respuesta a esta pregunta, ni a casi ninguna de las que se hace, simplemente es así. No lo entiende, esta frustrado, piensa que las cosas no son como deberían ser, sin embargo, así son, y ¿Quién es el para decir lo contrario? Se viste y va al trabajo. Pasa ocho horas haciendo lo que tiene que hacer mientras sueña con lo que querría hacer. Vuelve a casa, sin prisa, nadie le espera. Ahora tiene tiempo libre, puede hacer lo que quiera. No hace nada. Hora de dormir. Cierra los ojos. Así termina otro día que jamás debió haber vivido.

sábado, 29 de octubre de 2016

Adelanto editorial número 9

Contradicciones

 “Si encuentras a una persona así, alguien a quien puedas abrazar y con la que puedas cerrar los ojos a todo lo demás, puedes considerarte muy afortunado. Aunque solo dure un minuto, o un día”
Patrick Rothfuss

No todo es oscuridad en la eterna noche del volátil abatido. En ocasiones es posible que, al aflojar la venda de los ojos, sea capaz de percibir el reflejo de las estrellas sobre la marmórea piel de una Venus incandescente; entonces, y solo entonces, hasta las lágrimas se rebelan contra la naturaleza que encadena mi existencia, tan frágil, y acuden a la llamada de alma, cuerpo, y corazón… entonando, en un suspiro de éxtasis demente, su salmo libertario: “Abrázame”.
Retomada la cordura, en el más ruin ejercicio de traición a la pureza que deseo defender, reniego de los sueños del cobarde, y me detengo a contemplar los muros. Crecen ante mi mirada muerta, se extienden hacia el infinito con un crujido de carcajadas hirientes que resuenan en mi cabeza, humillando la imagen de un hombre que no existe. Pero siente, siente como yo aunque no pueda ser yo; entonces, y solo entonces, su sentir se apodera de mí, doblegando al miedo, y rescatando a los compañeros que creía perdidos: Coraje, fuerza y voluntad…  para aullar, en un instante de tenaz osadía, su canción de resistencia: “Abrázame”.
Vuelvo a ser solo yo, y me rindo. Claudico, a ciegas, golpeando el muro con mis puños desnudos en un vano intento por parecer un hombre de verdad. La sangre se derrama entre mis dedos, y disfruto del dolor con un placer que me perturba, aguardando la recompensa, como si la vida fuera un experimento de conducta. Alma, cuerpo, corazón, coraje, fuerza y voluntad vienen dados de la mano, sonriendo con cinismo, burlándose de mi patética imagen; intento agarrarlos, pero son humo. Solo queda un hombre solo, susurrando, en la eternidad de mi tortura, un lamento de quebranto: “Abrázate tú, que yo, no merezco tanto”

martes, 13 de septiembre de 2016

El silencio es miedo Nº8

Ya tenemos aquí el nuevo número!!! Tendría que poner tantas excusas para explicar el retraso de este número, que prefiero ahorrármelas y limitarme tan solo a disculparme por la tardanza, lo siento. Pero lo importante es que la revista ya está aquí, seguimos en marcha, y además me permito añadir un pequeño aviso para mis colaboradores, y es que ya tengo en mente un par de ideas para el nuevo número y en cuanto os vaya pillando por banda os voy a liar de mala manera, como siempre :D

De momento dejo subida solo la edición digital, ya que acabo de terminar de montar todo y no he podido ir a imprimir aún (mañana lo llevo y el jueves empezamos a empapelar todo con la edición en papel). Sabéis que el alma de la revista es la edición impresa, por eso hay algunas composiciones que solo se entenderán al completo en la versión en papel, pero espero que aquellos que no tenéis acceso a ella y solo podéis leernos en la versión digital podáis también disfrutar de nuestro trabajo tanto como nosotros disfrutamos poniéndolo a vuestra disposición. Un abrazo y gracias a todos los que participáis, ya sea escribiendo, dibujando, o leyendo.

Como siempre, podéis acceder a la revista pinchando sobre la portada:




Editado: Aquí os dejo la versión para imprimir, por si alguien quiere imprimir sus propias revistas.




miércoles, 7 de septiembre de 2016

7 de Septiembre


Tantas cosas se me escapan

en este día incompleto…


he intentado ser distinto, otro hombre en esta plaza

envolviéndome en el lodo que oculto tras el precinto,

construí una coraza que me aleja del instinto,

humillado ante el recuerdo de una sombra que me abraza…

o eso creo,  ya que en este laberinto toda verdad se disfraza.


Debería ser más claro

en este día incompleto…


miento a gritos de cobarde con cada puto silencio

enterrando entre sonrisas esa lágrima que arde,

no hay alarde, cada verso es una letra que secuencio

ocultando la certeza que para mí me guardé:

siempre tarde,  perderte me sentenció.



(La falta ortográfica es necesaria para el ritmo de la composición :D)

domingo, 14 de agosto de 2016

Editorial Número 8: Siempre estaré vivo, y siempre estuve muerto

Hola a todos! En primer lugar debo disculparme porque este número va aún con más retraso de lo habitual; para los que me conocéis, sabéis que en verano llevo a cabo una serie de actividades que me tienen bastante ocupado, cuestión de prioridades... para los demás, no os importará demasiado así que para qué entrar en detalles :D A pesar de todo, el proyecto de la revista no para, y ya tengo reunido prácticamente todo el material que formará parte del número 8, dedicaré esta semana a montarlo y completar lo que falta; mientras tanto, os dejo por aquí el editorial con el que abriremos el número, por si os apetece ir echando un vistazo. Espero que os guste!


Siempre estaré vivo, y siempre estuve muerto

“Al final de este día queda lo que quedó de ayer y quedará de mañana: el ansía insaciable e innúmera de ser siempre el mismo y otro.”
Fernando Pessoa

A cada paso el camino se desvanece bajo mis pies; pero en lugar de adentrarse en el olvido, reaparece ante mis ojos… siempre más lejos. Al esfuerzo de cada paso y la efímera alegría de avanzar, le siguen innumerables horas de la más absoluta nada, el tedio de un mecánico andar por parajes de sobra conocidos (algunos los construí desde la inconsciencia… otros los imaginé y surgieron ante mí… y los más, lugares comunes para todos los hombres), y la tenue esperanza de recuperar la ESPERANZA. Una vez recorrida la distancia de nuevo, vuelta a empezar. Y la semejanza más cruel es que cada vez parece diferente. Por eso a veces es imposible no preguntarse: ¿Cuántos pasos van ya, cientos o ninguno?

Cientos, y ninguno. Si fuera matemático diría que camino en círculos… si fuera físico culparía a los engaños de la cuántica… si fuera poeta podría admirar y sufrir la belleza de la ironía que me acompaña… pero como soy yo, simplemente seguiré andando: Un pie, y luego el otro, y de nuevo el primero, y otra vez el anterior; esquivar un par de zancadillas, soltar alguna patada, e intentar hacerlo sin perder el ritmo marcial que marca la música de mi cabeza.

El arte está en conciliar el ilusorio artificio del experimento social en el que soy con vosotros, o con otros… y el vaivén de  ansiedades que me asedian cuando soy solo o casi ni soy; y todo ello sin permitir que el uno interfiera en el otro, como hermanos que se odian, o amantes sin más vínculo que la frágil carne que los une, sin poder evitar el caos al que los somete su extenuante debilidad. Con la evidente excepción, está claro, del espacio que me reservo en este “lo que sea” para que mis miedos tampoco acaben en silencios.

Y es por esto que siempre estaré vivo, en conciencia, con la fuerza y la voluntad necesarias para perseguir incansable un final que se me escapa; y siempre estuve muerto, en esencia, pues el final soy yo mismo y no me alcanzo a ver.

viernes, 8 de julio de 2016

Barro y fuego

Vientos cálidos de realidad asfixian el ideal frío y sereno. Cada metro avanzado es un metro perdido, un sueño profanado, y un tiempo que jamás volverá. A carreras en el laberinto, golpeando todos y cada uno de los muros como si fuera suya la culpa, mientras observan confundidos la violencia que contra ellos emplea la misma mano que los irguió; apenados, conscientes de mi derrota, sangran junto a mí.



No queda ya nada en el barro que nos forma, en la mano de quien firma, en la pasión que se conforma, ni en la vida que transforma y se autoafirma. Solo lo que siempre hubo. Solo lo que siempre habrá. Da igual cuan firme sea mi paso, en el mundo que he construido, detenerse es morir; y avanzar hasta la meta… perder.



Siento como la tierra bajo mis pies reclama su trofeo, los gusanos que la habitan visten sus mejores galas y se relamen ante el banquete prometido; pero al hombre, por ser hombre, le queda siempre una última oportunidad: Arder, arder incombustible… que aquello que en nosotros es fuego, luz, y calor, prevalezca sobre la carne torturada, se eleve por encima de los muros, y dibuje, aunque deba ser en gris ceniza, una sonrisa eterna. Y por qué no… con trazo infantil y descarado, un profundo: “Que os jodan. Podéis destruiros a vosotros, pero no a mí.”




Texto: Jorge Ramos

Ilustraciones (por orden):

Error99 https://www.flickr.com/photos/error99/

JVargas https://www.flickr.com/photos/jvargas/

J. Clemente Orozco

sábado, 25 de junio de 2016

Cronología de un sueño

Bueno, tal y como prometí, aquí está la tercera novelita de creación propia que subiré al blog para que cualquiera pueda leerla y compartirla de forma totalmente gratuita. Esta es la más larga y elaborada (en cuanto a temática) de las tres, de hecho es la única que tal vez se pueda catalogar como novela para los puristas. Después de un par de años en el cajón, y viendo cómo están las cosas (y peor aún, como funcionan), espero que algunos consigáis disfrutar de ella al menos un poquito (que mal me vendo, joder).


lunes, 20 de junio de 2016

Saabrax

Aquí os dejo el relato "Saabrax", el cual resultó ganador del certamen de Arte Joven organizado por la Junta de Castilla Y León; si os gusta y queréis echarle un vistazo en papel, acompañado de una portada genial que no entiendo ni yo, y prologado por una mujer muy maja a la que no tengo el placer de conocer, podéis encontrarlo en cualquier biblioteca de nuestra comunidad autónoma, aunque os recomiendo que no os molestéis demasiado para ello porque la han cagado bastante con la maquetación :D (sin rencor, chapuzas, si tuviera yo vuestros recursos...).


lunes, 30 de mayo de 2016

Entrevista en Radio ACUP

El pasado 27 de Mayo, el estudiante de periodismo Alfredo García Misas nos invitó a su programa de radio "La cultura del mañana", en donde nos hizo una entrevista en la que pudimos hablar sobre los detalles menos conocidos de la revista, así como ofrecer algunas impresiones personales de lo que significa para nosotros llevar a cabo este proyecto. Si queréis conocernos un poquito más, podéis escuchar el programa pinchando sobre el logo del programa. Espero que disfrutéis tanto escuchándonos como nosotros lo hicimos participando, y aprovecho este espacio para agradecer a Alfredo la oportunidad de llegar aún a más gente.



viernes, 20 de mayo de 2016

Adelanto número 8: Enfrentados

Aquí os dejo una pequeña composición que hemos preparado entre Mario y yo y que publicaremos en el próximo número de la revista; os lo dejo en imagen porque para que no pierda nada de sentido es necesario leerlo a doble página, espero que os guste!!!!

(si hacéis click en la imagen se ve más grande)



Texto: Jorge Ramos
Ilustraciones: Mario Gredilla

sábado, 14 de mayo de 2016


Texto: Fragmento de Saabrax

Fotografía: Juan Pablo Colasso https://www.flickr.com/photos/jpcolasso/

miércoles, 4 de mayo de 2016

Un hombre en "El retiro"


Hay un rincón del retiro, ajeno a aquellos que solo ven parques. En él, y frente a él, dibuja su alma un poeta de colores vivos, mirada alegre, ropa raída y sonrisa sincera; observando desde su personal homenaje al nombre del parque que lo acoge bajo su sombra, cómo los peatones fluyen entre ambos, sin percatarse de la belleza que esquiva su ciego caminar.

En ocasiones, algún curioso deja vagar su mirada sobre el pulso de la sangre del artista, derramada en delicadas formas que se burlan de los ojos grises, al tiempo que atraen el sentir irracional de cuantos comprenden la vida en sus formas más puras. Y es entonces cuando la magia del creador cobra fuerza, y su rostro se ilumina agradeciendo el instante dedicado, la suave caricia de la comprensión fraternal que sobrepasa el estruendo de las calles, y el honesto intercambio entre iguales.


Y es ese hombre, entre museos y exposiciones… entre pretenciosos edificios y trajes de seda… entre estatuas y oradores… precisamente ese hombre, el que vive feliz, pues inertes son las manos que intentar aferrar el arte, y vacías las palabras que lo visten de puta. Es él, y solo él, quien decide a quién abraza.





Ilustración: San Julio, un hombre que vive de vender sus ilustraciones en el cruce de "El Retiro" con "Atocha"
Texto: Primera de mis impresiones de la visita de la revista a Madrid

martes, 26 de abril de 2016

"El silencio es miedo Nº7"

Por fin tenemos aquí el número 7 de nuestra revista!!!! Como algunos ya sabéis, este número se retrasó con el fin de hacer coincidir las fechas con otro proyecto y aprovechar la sinergia para expandirnos; el otro proyecto sigue parado (no depende de mí, me han dado un margen de dos semanas más, sobre el mes y medio que llevan de retraso...), pero surgió la oportunidad de ir a Madrid con motivo del día del libro (Gracias Aída) y puesto que ya teníamos todo preparado para empezar a ir llegando a más sitios... ¿Por qué no empezar por Madrid? Así que los que queráis vuestro ejemplar en papel, sabed que en esta ocasión, además de los sitios habituales en Palencia, podéis encontrarlo también en Madrid en los siguientes puntos: Talleres del Círculo de Bellas Artes (solo alumnos), Tienda Solidaria de la Casa Encendida, Biblioteca Pública Municipal Mario Vargas LLosa y Biblioteca Pública Municipal Conde Duque. La edición digital, como siempre, la tenéis disponible pinchando en los enlaces que os dejo a continuación, y si queréis imprimir vuestros propios ejemplares podéis hacerlo descargando la versión para imprimir. Un abrazo a todos y espero que os guste!!!!

          EDICIÓN DIGITAL                                                   EDICIÓN PARA IMPRIMIR
                      

domingo, 17 de abril de 2016

El manuscrito del cuentacuentos

Aquí os dejo la primera de las tres novelas que subiré al blog. Es relativamente corta (algo más de una hora para leerla) y es la primera que escribí, aunque la he repasado las veces suficientes como para que eso no sirva de excusa :). Os contaría de qué va... pero quién quiera saberlo, que entre a leer :P

Espero que os guste!!!!




sábado, 16 de abril de 2016

Pájaros en la cabeza



Texto: Fragmento de "El manuscrito del cuentacuentos", también verá la luz algún día :)

Ilustración: Telly Gacitua https://www.flickr.com/photos/tellygacitua/

lunes, 11 de abril de 2016

Recopilación "El silencio es miedo"

Con el séptimo número en el horno, creo que es buen momento para dejar por aquí una pequeña recopilación de lo que ha sido la revista hasta ahora, así ordenadito y todo bien a mano, ya que el blog es un poco desastre :D (¿No esperaríais otra cosa de mi, verdad?). Podéis acceder a la versión digital de cada una de ellas pinchando sobre la portada.                                      


                     
   
                      

miércoles, 20 de enero de 2016

El silencio es miedo Nº6

Ya tenemos aquí el nuevo número de nuestra revista. Hemos necesitado casi un año para asentarnos y conseguir que las cosas funcionaran un poco bien, pero creo que todo el trabajo aportado y realizado para esta edición resume perfectamente qué queremos ser, y hacia dónde vamos. Gracias a todos los que habéis participado en este número, y en todos los anteriores, y en los que vendrán... ya que el trabajo que hoy podemos presentaros es también fruto del camino recorrido, y de las metas por alcanzar. Espero que os guste.

El silencio es miedo edición digital

El silencio es miedo edición imprimir  





viernes, 15 de enero de 2016

GUTIÉRREZ-SOLANA: PROVOCADOR DE REALIDADES

*Este texto pertenece a Ignacio Parras y forma parte de los números 5 y 6 de la revista, el motivo de que lo encontréis aquí es que podáis leerlo íntegro en un mismo lugar.


(Madrid, 28 de febrero de 1886- 24 de junio 1945).

Dos fechas, que colocadas así, sobre un fondo blanco e hiriente apenas dicen nada o todo lo contrario, porque el blanco es un color de herida transversal limpia, la redondez de una vida ya tasada por fechas. Un proceso gestante que acaba por difuminar ese cúmulo de materia que nos circunda, que nos deshace, materia que no es otra cosa que tiempo derruido, tiempo alabeado que desemboca en la nada, en el itinerario fraudulento que son las biografías.
El blanco, que Gutiérrez-Solana atemperaba en sus cuadros, es un blanco entreverado y silencioso, reflejo que queda adherido al espacio profundo del negro, que es el color premonitorio y descriptivo, unánime y popular, un humor soterrado en la cotidianidad.
Hay un blanco en Gutiérrez-Solana, que parece mirarnos desde el más allá, quizás ya de vuelta de todo, con un pronóstico lesivo del que recorre la vida ya sin cálculo ni medida, un blanco troquelado por el barniz grisáceo y oscuro de los objetos dormidos, que nos miran con esa sutil aseveración que dejan las cosas alejadas, las cosas que quedan en la intempestiva socarronería en las que a veces se vuelve el olvido. Porque el olvido es un blanco maniatado, difuso y tendido, una herida transversal y limpia, un atardecer de óxidos y ocres, una mascarada de periferias y escasez, tan igual a nosotros, como todos los finales.
Y una ciudad, o varias a la vez, porque nunca es una, sino un estampado de bifurcaciones y precios, abierta al milagro, un agua fuerte de blanco higiénico y negro suburbial sobre el fondo comadrón y agrisado de los medios. Una ciudad, o varias a la vez, en aquel 1886 de Restauración, liberalismo y pucherazo, de despeinada geometría callejera, encarecida de provinciales chamarileros con caries, palaciega, salaz y bautismal. Una ciudad ya asolanada en el extrarradio atemporal de todas las Españas.
Ya asolanada, cuando un 28 de febrero, domingo carnavalesco y día de San Macario, en un último y quinto piso del número 9 de la calle Conde de Aranda, calle transversal y paredaña a las copas del arbolado invernal del Retiro, nace Gutiérrez-Solana.
El carnaval ha sido un tema profuso en la obra pictórica y literaria de Gutiérrez-Solana. Metáfora intencionada de deformaciones y dejadez, costumbrismo áspero y a la vez festivo, una quietud del que se sabe ya sentenciado y en espera, porque la vida es
sobremesa descompensada para los que viven en ese reverso menos habitable, que es la
canallada social de intención administrativa.
Gutiérrez-Solana, que fue niño alejado de hambrunas y necesidades, pasó por ese trauma inesperado de los acontecimientos que rasgan de repente el acuartelamiento seguro de la familia, el refugio nacarado que nunca es la niñez. La vida, que es propensa a la sugestión, a la experiencia definitiva que ya no se aleja de nosotros, (quizás se aprende a convivir con uno mismo subrepticiamente, de forma aleatoria para disminuir
la afinidad con el miedo, acomodándose a un remanso más llevadero o viceversa), le llegó un buen día de carnestolendas, con el rebuzno mascarado de la agresión,  enmascarados agrediendo al niño Gutiérrez-Solana, con esa impronta que tienen los rebaños cuando se saben inmisericordes y triunfales, la cruenta inconsciencia del tonto y de los tontos. Otra vez el carnaval, mascarada de azares y espejos. Su hermana fallece en Navidad, muere un primo suyo asfixiado, parece como si la vida de repente empuñara su puñal de filo frío y sanguinolento y acabara de un tajo desconcertante con toda la benevolencia de la que carece.
Tiene esa costumbre el tiempo de seguir su incandescencia, su itinerario;  España había ya perdido su reducto colonial, a pesar, del optimismo adocenado de la prensa, un final de siglo paniguado, mordaz, ensombrecido, de economías superpuestas y de un analfabetismo extremado, cuando Gutiérrez-Solana entra en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Siempre le interesó más a Solana lo de fuera, los exteriores que salpican la pupila, el lado descompensado y huérfano de la calle, la turbulencia circundante y olorosa, el olor a naftalina y hambruna de la pasamanería, el olor bullicioso del rojo del matadero, la concupiscencia redonda y levítica de los traseros, el objeto austero y olvidado en la basura, el reverso de los amotinados en un silencio siempre abisal. La pátina que no se ve y llevamos superpuesta en el ejercicio diario de vivir.
En 1907 Corpus Barga, en un artículo del País, escribe sobre una exposición en la que participa Solana, en la calle Fuencarral, agudo y despierto, avisa a esas gentes que van con su montoncito de ideas bien construidas en la cabeza, del impacto desconcertante y sórdido de las pinturas. No está la pituitaria de estas ideas bien construidas, de estas personas del aireado montoncito, aún preparadas para mirarse ante tal espejo. Gutiérrez-Solana ha dedicado mucho de su pintura al temario religioso, a la estética foránea del rito, al latín vertebrado de ignorancias que suenan extrañas y dentadas, a la procesión mortuoria de culpabilidades y privaciones. Divinas palabras, divinas palabras. En la procesión de Toledo, cuadro de 1905, oleo sobre lienzo, un encapuchado nos mira desde su infinito ladeado, un infinito de promisión y trazo alucinatorio, un infinito que nos roza con penitencia acusatoria, antorchas que llamean la venialidad o una mortalidad prolongada de humos, que parecen despedir los capirotes, testigos silentes bajo la máscara inquisitorial y nazarena. Hay un rojo palisandro oscurecido que parece rozar levemente este entresijo de calle y remisión, que parece aletargado y cómplice con la sempiterna hondura trágica y culpable de España.
No sabemos, si Gutiérrez-Solana, cuando volvía de los vahos del café intelectual y vanguardista, de sus itinerarios callejeros, espectador silencioso y de apariencia distraída, (nada de lo que le interesaba distraía a Solana), y regresaba al habitáculo del hogar o a las posadas de jaculatoria provinciana, en busca del descanso y del reverso de la imagen ya sedimentada en el lienzo venidero o en su prosa pictórica, no sabemos, si en esa hora de soledad, Dios era para él, un artilugio deficitario, una controversia plana y distante, un álgebra de humor que se ríe compulsivamente de nosotros o el amor abstracto que inunda soporíferamente el anhelo de vivir. Escéptico, expresionista, oscuro, loco y rijoso, quizás no le importó el tema y sí su reverso cotidiano, su ritual controvertido y adocenado. La realidad era la calle dijo, la vida era la calle, salir al encuentro, cómplice y descarnado y siempre sincero, sincero con uno mismo. El reverso de la imagen ya sedimentada, piensa mientras fuma escuchando la noche y el frío disparatado y cortante de Madrid.
Recorre Solana la geografía del  páramo castellano, la distancia insondable que hay entre la ciudad y los pueblos de caliza y pedregal, con sus campanarios de iglesia hechos de piedra medieval, apostólica y gris. Descansa y bebe el vino fuerte y desproporcionado de las ventas que antaño soñó el quijote, las ventas del sayo de estraza y la hambruna, que dieron cobijo a la picaresca, ventas sombrías con sus habitáculos de cal y moho, donde santa Teresa licuaba ardores y excesos místicos. Penetra en la circunferencia sórdida y tremenda de las miradas catatónicas del pueblo, con sus carteles de crímenes,  cuadro de un amarillo entrevisto e inquietante, el amarillo atenazado al perfil oscuro y duro de los personajes, bruma amarillenta de locuras y ensoñaciones. Fija en la tela un cromatismo festivo en constante mimetismo procesional, hay una extraña conexión entre el divertimento y la resignación cristiana, una honda simetría de colores,  densos tenebrismos y perfiles entumecidos, hieráticos y en suspenso, superpuestos a la mansedumbre de la costumbre mortuoria. El antiguo testamento castellano, siempre obsedante y arrodillado, siempre con su catarsis de milagrerías  capicúas.
Existe una foto de 1909, imagen donde aparece Gutiérrez-Solana como banderillero en la cuadrilla el Bombé, novillero de Montilla. Solana conoce de primera mano en su juventud esa tauromaquia de cornamenta prehistórica, y alistado a la cuadrilla, recorre los ruedos de extraña redondez de las aldeas y los pueblos. Un público amotinado de sedes rojas. Y como nada de lo que le interesaba distraía a Solana, toma buena nota. En su anecdotario describe ese instante bestial y tremebundo, donde un mendigo, por treinta reales, hizo de caballo de picador. Somos una hipotenusa lastrada y malintencionada. Una caricatura degradada, una armonía de dejadez bestial y desorbitada; y eso Solana lo sabe desde el principio. Por eso nos muestra en sus pinturas, ese instante de visión acerada, ese distanciamiento que nos enmascara y que acaba delatándonos siempre. Solana nos desordena con su filtro expresionista y silencioso, provoca una realidad paralizante hecha por el hombre. No hay culpables, sólo una procesión de victimarios, ante esa broma pesada que es la vida y que llegan a ser algunos hombres. Las Españas de extraña redondez, un público amotinado de sedes rojas. Pinta Solana al torero Lechuga con su cuadrilla, hay dignidad  en el rostro del matador, sobriedad,  una amalgama de experiencia y dolor, carestía derramada entre la sombra y la luz que recorren la cara. Restos de tarde como brasa aún rojiza, parpadeante y solemne, desprenden estos hombres que buscan el sustento con la torería, la inclemente y ardua torería de la carestía.
En ese mundo solanesco de realidad y victimarios, Solana, con esa capacidad escrutadora de amasar  realidades, provocador y aséptico, pinta con maestría el mundo del arrabal y de la golfemia madrileña, el salón burgués del clientelismo sacro, el apóstrofe privativo de las que se desvisten o visten para el clientelismo puteril.  Las chicas de la Claudia, cupletistas, peinadoras de cabezas y de caretas con pelo del insomnio que nos delata. Chozas de las Alhóndigas, remansos de gentes sobrantes,  familias que acuden al reparto del pan en la Tenencia de la Alcaldía y ya están plasmadas en el relieve oscuro de toda su gama de betunes ásperos y recriminatorios, los golfos de Porta Coeli, en el barrio de Chamberí, que no aparecen y también son victimarios silenciosos de todas las litografías. Chulos y chulas punzantes de perfil cadavérico, superpuestos a un fondo completamente negro, metáfora de los que dilatan impunemente el resabido estertor del tiempo, de los que se saben ya apéndice de la vida, esa delgadez de enfermedad y excesos, esa tonalidad manchada de un verde oscurecido de fiebres y resentimiento. La cupletista que se maquilla y mira en el fondo del pequeño espejo de mano, el residuo que queda del pasado, una conjugación de rebelo y rabia, mientras se extiende el colorete,  que es una cosmética de lasitudes y esperanza. Su compañera, que aparece a su lado, de pie, en ese instante del desnudo, donde florece una elipse de curvas y apetencias, antes de la caída del blanco, que ya dijimos que era herida transversal y limpia, inadvertida. Dos mujeres en la nervadura silenciosa de la tinta china.
Cotidianidades que Solana pinta a expensas de vanguardias y academicistas. Solana es un vértigo independiente, quizás aislado, de densidades incomodas, más reconocido fuera que dentro, que es cosa de trasunto familiar en la redondez de España. Hay en él, el exceso descarnado de un Valdés Leal, tiempo fugitivo de desengaños, el alargamiento ascético y transcendental de las llamas intactas del Greco, la bocanada sórdida y desproporcionada de la locura humana, de la locura ibérica de Goya. Solana, catalizador del reverso incómodo de las heridas supurantes, costumbrista y retratista, pintor de puertos pesqueros y pescadores que regresan de un mar de verdes y cenizas cántabras. Gómez de la Serna le elige, para desmentir la voladura mortal del tiempo, a pesar de que
todos ya se saben amortizados, para pintar a los contertulios del café  Pombo, en la calle Carretas. Y allí aparecen, multiplicados y sobrios, una intelectualidad en busca de estéticas y metáforas, con su jefe de ceremonias, Ramón Gómez de la Serna, gordura poliédrica de vanguardias, greguerías y acertadas biografías.
Hay un Gutiérrez-Solana literario, académico los meses de verano y firme opositor cuando llegan las encrucijadas del frío, o quizás era al revés y mintió denodadamente a Pio Baroja en París. En el prólogo del libro La España negra, en la que ejerce de develado moribundo, arremete contra los idiotas mal intencionados de la academia. Cela afirmaba que la literatura de Solana era academicista, pero parece más una escusa para afirmar que nos encontramos ante un escritor clásico, un escritor de pincelada gruesa,  una sintaxis policromada  de olores y tamizada  cotidianidad. Un clasicismo sobrero y barroco. Parece como si su literatura fuera un preámbulo intencionado donde argumentar su pintura. Compagina en ambas artes una simetría de temas y personajes, un distanciamiento que acaba siempre desembocando en el marasmo de la realidad. Objetividad descarnada, sin deambular por la pirotecnia vanguardista de los ismos madrileños. Los libros de Solana son de un costumbrismo desnudo, nada de remiendos para adocenar los sentidos, un costumbrismo que nos deja maniatados y deambulando por lo alucinatorio que tiene la realidad, el trasfondo oblicuo de una sociedad que ejerce esa piedad menesterosa de los que buscan un artificio a la hambruna. Un costumbrismo de liturgias y vicios, de objetos que nos trascienden, que se ríen de nosotros desde la metáfora cruenta que es su quietud. Hoy a mí y mañana a ti, nos dice su personaje Florencio Cornejo desde su espejismo de tiempo e ignorancias.
Su libro Escenas y Costumbres, trasunto madrileño donde Solana recorre esa otra equidistancia contradictoria que es la ciudad, con todo lo que tiene de popular, festiva y mísera. Libro que guarda muchas similitudes con su Madrid, callejero. Todo un friso de personajes, ritos y geografías municipales.
No busca Solana juzgar lo que arremete contra su pupila, no es escritor que use del simbolismo, no hay trastienda para sus adjetivos, ni tampoco parapeto que sirva de excusa para endulzar el verbo. Muestra lo que ve, lo que le interesa, su verdad. Y en esa verdad entra la Cofradía del Consuelo, con sus casullas amortizadas al resignado gris, cofrades que acompañan en su último estertor a la mendicidad madrileña,  criadas que los domingos acuden al baile de Tetuán, el ciego Fidel con su ojo de huevo mirando al techo mientras evoca aquel tiempo galán de profundidades femeninas. El Rastro,  con su armisticio de objetos que regresan de algún espejismo, un salitre de amarillos, azules y rojos, que armonizan toda la pobretería que está en venta. Rivera de Curtidores, consistorio de golfos colilleros,  avispada trapería y el recuelo alcoholizado de la pasamanería. Las Chozas de la Alhóndiga, partitura arrabalera en la semicorchea olvidada del Manzanares, el Bazar de las Américas, el mercado de la Cebada con su intrahistoria de comestibles y sus ajusticiados que deambulan su miedo ante un murmullo rojo de cresta de gallo.
Le gusta a Solana desaparecer de la ciudad, recorrer el páramo castellano, esas geografías develadas entre las sombras y la luz, el poso taciturno de la piedra que aún es revestimiento medieval. De todas estas experiencias surge un libro, La España Negra, epistolario costumbrista que muestra el rito oscuro y ambivalente  que es España. Un conglomerado procesional de hambrunas y faltas de higiene, el penal de Santoña, con sus presidiarios amarillentos de ictericia, sus locos alucinados en la herrumbre de la humedad. Las mancebías de Zamora, con su bajo relieve de portal oscuro y enfermedad, las solitarias del gobernador de Ávila, del obispo, incluso la del canónigo Pedro Carrasco que además estaba gorda de tan alimentada y casi se sale del frasco del boticario. Las infinitas procesiones que recorren los pueblos, con sus cristos crucificados y sus vírgenes alucinadas, la mansedumbre de un pueblo sacudido de letanías y sermones y las malas intenciones de los cristobitos.
La muerte, con todo lo que tiene de rito, de incomprensible dolor y a la vez de comicidad, tema que Solana utiliza en su literatura y en su pintura. Porque para Solana esta es la verdad descarnada, la verdad última, la que nos invalida para no ejercer otra cosa que la estupidez, el egoísmo, la hipocresía, por eso toma distancia, parece como si en sus pinturas y en su literatura el autor tomara distancia intencionadamente, viviese el tema mortuorio de forma paralela y escondiese una ironía soterrada, quizás le sirviera para parapetarse ante lo inevitable, o para reírse de nosotros, con esa carcajada oscura y silenciosa, naufraga de alcoholes y tabaco,  y eso lo sabe Solana desde el principio como buen loco que era.

Me le imagino como ese personaje de Valle-Inclán, don Estrafalario, que hablando de estéticas afirmaba que hay que ver este mundo desde la perspectiva de la otra ribera, y cuando a su pariente le preguntó el cacique, qué deseaba ser, contestó : Yo, difunto.

sábado, 2 de enero de 2016

Portada Número 6: ¡Participa!

Mario Gredilla nos ha preparado ya la portada para el 6º número de la revista, y en esta ocasión me gustaría que fuerais vosotros mismos los encargados de poner el texto a la ilustración. Por ello os dejo aquí la imagen sin montar, y espero que os animáis a enviarme vuestras frases a través de cualquiera de los medios por los que habitualmente contactáis conmigo, o comentando aquí mismo. Ya sabéis que deben ser frases no muy largas, originales, y que guarden relación con el dibujo y a ser posible también con el editorial; todo lo demás queda a vuestra elección. Disfrutad de la ilustración, espero que os sugiera muchas cosas.